"Desterrada la justicia que es vínculo de las sociedades humanas, muere también la libertad que está unida a ella y vive por ella" J. L. Vives

martes, 5 de abril de 2011

Gobernante: CUIDA A TU PUEBLO

  • Público objetivo al que nos dirigimos: Gobernantes de Micrópolis
  • Producto Social: Una idea simple, "CUIDA A TU PUEBLO"
La obesidad infantil se ha convertido en una de las grandes epidemias del siglo XXI. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cifra de niños españoles que padecen obesidad es del 16%, once puntos porcentuales más que hace quince años. 

Para el Instituto de la Obesidad, esta cifra está estrechamente relacionada con el consumo de bollería industrial, debido a la alta cantidad de grasas y azúcares que contiene. Este mismo instituto ofrece unos datos alarmantes sobre la adicción a este tipo de alimentos: la ingesta habitual de bollería provoca un  aumento de hasta 4 kilos por año en el peso del niño. 

¿Por qué desde Let's Marketing creemos que esta situación se puede revertir creando un producto social dirigido al Gobierno? Porque para conseguir este cambio social hay que movilizar a numerosos actores, algo que sólo puede lograrse a través del poder Ejecutivo.

La idea que queremos implantar es "Cuida a tu pueblo" para que los gobernantes pasen a la acción y se preocupen por la salud y la calidad de vida de sus ciudadanos. 

Uno de los objetivos de todo gobierno, incluido el de Micrópolis, es el de mantener una buena imagen ante los ciudadanos. Sin embargo, tras una labor de investigación social, hemos constatado que la reputación de los políticos está bajo mínimos: la población desconfía de su gestión y se siente desamparada. Tal es así que el último barómetro del CIS lo sitúa en el segundo puesto de preocupación ciudadana, por detrás de la economía.

Este producto social permitiría cambiar la mala percepción de la clase política transmitiendo una serie de valores que sirvan para que el gobierno recupere la confianza. Este proceso no va a ser sencillo para el Gobierno, pues supone adoptar una serie de medidas que exigen un gran sacrificio al tener que enfrentarse a una industria tan grande y poderosa como la fabricante de bollería.

Entre las medidas que proponemos a los políticos se incluyen las de gravar con mayores impuestos la bollería industrial, que se destinarán integramente a organizar cursos de concienciación nutricional; adjuntar una etiqueta informativa con los riesgos que supone ingerir ese producto y fomentar la educación nutricional en los centros escolares durante primaria.

Estas iniciativas pueden granjear la enemistad con una parte de la industria alimentaria y, además, supondra un esfuerzo económico por parte del Ejecutivo., pero, con ellas, la sociedad tomará conciencia de que son medidas adoptadas por su propio bien. En definitiva los políticos se esfuerzan por cuidar a sus ciudadanos.

sábado, 12 de marzo de 2011

FUMADORES POR EL CONSENSO


Micrópolis tiene un problema serio. Un problema que afecta a dos pilares básicos de su constitución desde el momento en que se está poniendo en peligro la Justicia dentro de nuestra sociedad y, lejos de favorecerse la felicidad de sus habitantes, lo único que se pretende es fomentar la discriminación de un grupo numeroso de individuos que comparten una característica común: son fumadores.

Cuando la gente piensa en el colectivo de fumadores, sólo ve un cigarrillo echando humo y  agrediendo a los no fumadores, pero detrás de ese colectivo hay personas de todo tipo: hay estudiantes universitarios, hay amas de casa, hay obreros de la construcción, hay oficinistas. Existen fumadores de todos los sexos y todas las razas, de diferentes edades. Todos nosotros estamos asistiendo a una proposición radical que nos afecta directamente y en la que no se ha contado con nuestra voz ni con nuestra opinión. Eso contradice la máxima de convivencia y debate que debe imperar en Micrópolis.

Nuestra principal pretensión es llegar a una solución del problema a través del cauce legal, del análisis de todos los elementos implicados en esta situación de conflicto y mediante el posterior consenso de las partes.

En primer lugar, y acudiendo a los textos legales, podemos exigir la erradicación de un trato desigual en tanto en cuanto ciertos derechos no son patrimonio exclusivo de los no fumadores. A continuación exponemos una serie de artículos que, según nuestra consideración, se pondrán en peligro si se aprueba de forma tajante la petición del grupo social “Si yo no fumo, no quiero tu humo”:
+Declaración Universal de Derechos Humanos
  • Art. 1. Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
  • Art. 5. Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.
  • Art. 7. Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación.
  • Art. 10. Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial para la determinación de sus derechos y obligaciones.
+Convenio de Roma de 4 de noviembre de 1950 para la protección de los Derechos Humanos y las Libertades Individuales.
  • Art. 8. Derecho al respeto a la vida privada y familiar.
  • Art. 14. Prohibición de discriminación.

+Constitución Española
La Constitución tiene como principales objetivos garantizar la convivencia democrática y proteger a todos los ciudadanos.

  • Art. 10. La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social.
  • Art. 14. Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna.
  • Art. 18. Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen.


Los fumadores queremos que derechos tan básicos como los aquí expuestos rijan el comportamiento de todos los habitantes de Micrópolis. Al igual que no deseamos minar las libertados de los no fumadores, exigimos el mismo trato como resultado de una solución pactada y consensuada.

Y es que, ante la nueva proposición por parte de la presidenta, Marta Paredes, de reducir a ámbitos estrictamente privados el consumo de tabaco, a los fumadores sólo nos queda una opción: mantenernos unidos y reclamar el cumplimiento de nuestros derechos. La petición del grupo social Si yo no fumo, no quiero tu humo es simplemente un paso más hacia la criminalización de las personas que, haciendo uso de su libertad individual, deciden tener unos determinados hábitos. Pero este “paso más” es la gota que colma el vaso. El fumador no puede quedar desprovisto de sus derechos, no nos pueden arrinconar frente a un callejón sin salida como si fuéramos verdaderos apestados.


Los fumadores dejamos pingües beneficios al Estado con la amplia cantidad de impuestos que pagamos por comprar una sola cajetilla. Un dinero que nunca viene mal a quien gobierna para poder llevar a cabo sus proyectos electorales. Por eso estamos hartos de la doble vara de medir que usa el Ejecutivo y de su doble moral. Por un lado no quiere perder las grandes sumas económicas que les reporta el tabaco, pero por otro pretende lograr unos inputs de imagen. Intenta que la gente vea al Gobierno como la barrera impenetrable que evita que se perjudique la salud de sus ciudadanos cuando ese no es, ni de lejos, su principal objetivo. Porque, si tan malo es el tabaco para la salud y si el gobierno lo que de veras quiere es proteger a sus ciudadanos, ¿no se debería prohibir el tabaco?


Además, llegados a este punto surge otra cuestión de relevancia que tanto la presidenta de Micrópolis como los grupos que apoyan la ley para que no se fume en espacios públicos deberían solucionar. Ya que ambos están tan en contra del tabaquismo por sus efectos perjudiciales y nocivos sobre las personas, ¿por qué no se promueven tratamientos para dejar de fumar financiados por las arcas públicas? ¿por qué no se ofrecen ayudas económicas a los adictos a la nicotina para que consigan superar su adicción?


Claramente no interesa porque no es rentable. Primero, no se ingresa tanto dinero, y segundo, se gasta en algo que el Estado no considera prioritario: la salud de sus habitantes. Por ello se opta por intentar dar una imagen de cara a la gran mayoría de la gente, pero a la vez se intenta no perder el dinero que obtienen de los fumadores aunque sea tratándoles de una manera deshonrosa, como si fueran apestados sociales o delincuentes.


Por tanto se puede decir que los fumadores contribuimos con nuestros altísimos impuestos a mantener la viabilidad económica de nuestra ciudad estado. Y esto se puede corroborar observando los datos de una manera objetiva. El tabaco es uno de los productos más gravados. Según el artículo VIII de la Ley 38/1992, de 28 de diciembre, de Impuestos Especiales, este producto tiene una carga impositiva diferente a la de otros productos especiales, como el alcohol o los hidrocarburos. En concreto, la ley establece dos tipos de gravámenes diferentes para el tabaco de fumar:
  • Para la aplicación de los tipos proporcionales, por el valor de las labores, calculado según su precio máximo de venta al público, en expendedurías de tabaco y timbre situadas en la península o Islas Baleares, incluidos todos los impuestos.
  • Para la aplicación de los tipos específicos, por el número de unidades. 
Esto significa que sobre los cigarrillos (el tipo de tabaco más consumido) recaen dos modalidades de impuestos especiales; la primera, el tipo proporcional, equivalente al 57% del PVP (precio de venta al público); y la segunda, el tipo específico, que asciende hasta 12,7 euros por cada mil cigarrillos. En definitiva, se puede concluir que aproximadamente el 41% del precio de las cajetillas de tabaco son impuestos, de modo que, de los 4,40 euros que cuesta, 1,8 se los queda el Estado.

Según la Encuesta Europea de Salud en España correspondiente al año 2009, el 26,6% de la población mayor de 16 años reconocía fumar a diario. Si consideramos que, de media, cada una de estas personas fuma medio paquete al día, se gastará en torno a dos euros diarios. Por otra parte, según el Instituto Nacional de Estadística, en España están censados 38.763.169 habitantes de 16 o más años. Si unimos los dos datos, se observa que el Estado español recauda, diariamente, 8,5 millones de euros cada día. En total, a lo largo del año, las arcas públicas recaudan 3.100 millones de euros, una cifra más que importante. Y esto es sólo teniendo en cuenta a las personas que fuman diariamente, de modo que se excluyen los que lo hacen de forma ocasional.


En Micrópolis (ciudad-estado con 120 personas), los fumadores contribuimos a llenar las arcas públicas con 26 euros diarios, un total de 9.554 euros al año. Una aportación más que importante. Parece que está bastante claro, quieren nuestro dinero, pero también quieren que nos quitemos de la circulación.


Pero además de lo que recauda el Estado directamente, también hemos de añadir los puestos de trabajo que el tabaco produce, y que, evidentemente, contribuyen a la riqueza económica del país. Nosotros somos conscientes de los graves perjuicios que crea el tabaco sobre la salud y, si la sociedad considera que debería prohibirse su consumo, estaríamos dispuestos a acatarlo. Sin embargo, consideramos que no es justo permitir su consumo pero perseguir a los consumidores. Por este motivo, solicitamos que no se persiga al fumador con multas excesivas.

Puede ser considerada una falta grave el hecho de consumir tabaco en los centros de salud o en presencia de niños, o incluso el hecho de reincidir en la falta; pero en el resto de los casos, las sanciones deberían ser leves, ya que la gravedad del hecho es menor.

Al aire libre, los efectos perjudiciales del tabaco sobre la salud son menores, por no decir ínfimos. Y es que la contaminación de los núcleos de población no proviene de los cigarrillos, sino de las fábricas y sobretodo de los motores de los automóviles. El elevado grado de concentración de ozono, dióxido de nitrógeno y dióxido de azufre que se acumulan en las ciudades y que provocan problemas respiratorios en la población, se deben básicamente al transporte. El aire, tan nocivo de las ciudades, afecta a sus habitantes durante las 24 horas del día y su exposición es de forma prolongada en el tiempo, sin embargo, la actitud de la sociedad y de los gobernantes hacia este problema es de absoluto y radical olvido. Pero, según la Encuesta Europea de la Salud en España, el 22,6% de la población está sometida a la contaminación del aire y el 19,3% sufre malos olores en sus viviendas sin que exista ninguna regulación para evitarlo.

Según el estudio sobre la contaminación del aire APHEIS 3, realizado en 26 ciudades europeas, solamente en Madrid se podrían evitar 1.699 muertes prematuras cada año, o bien 58 defunciones por cada 100.000 habitantes, si se redujera la media diaria anual de PM-10 a 20 microgramos por metro cúbico. Del mismo modo, según determina la Nota descriptiva número 313 de la Organización Mundial de la Salud sobre la “Calidad del aire y salud” se podrían salvar dos millones de muertes prematuras en todo el mundo si se redujese contaminación del aire.

Además, la polución en el ambiente también provoca numerosas enfermedades. La ONG Greenfacts advierte que “la exposición a largo plazo al dióxido de nitrógeno, a los niveles que actualmente se registran en Europa, puede provocar una disminución de la función pulmonar y aumentar el riesgo de aparición de síntomas respiratorios como bronquitis aguda, tos y flema, especialmente entre los niños” y aumenta considerablemente la posibilidad de provocar reacciones alérgicas.

Resulta cuanto menos paradójica la persecución a la que nos estamos viendo sometidos los fumadores cuando tenemos el principal problema en el aire de nuestras ciudades y no queremos verlo. La sociedad rechaza comenzar un verdadero debate en Micrópolis sobre el problema real de la contaminación del aire, tal vez por “poco espectacular” o por carecer de “relevancia suficiente” y se limita a debatir sobre si se puede fumar en las calles y en los lugares privados. La concentración de toxinas en el aire no va a variar si prohibimos fumar en las calles y parques, de modo que ¿se puede considerar realmente útil privar de sus derechos a un colectivo tan amplio como los fumadores cuando no va a repercutir de modo positivo sobre los no fumadores?

Nosotros abogamos por comenzar un debate real y articular un cambio social para mejorar la calidad del aire en la ciudad. Debate real significa centrarse en las causas reales, que son, según la OMS:

  • El ozono, que se produce por la reacción con la luz solar (fotoquímica) de contaminantes como los óxidos de nitrógeno (NOx) procedentes de las emisiones de vehículos o la industria y los compuestos orgánicos volátiles (COV) emitidos por los vehículos, los disolventes y la industria.
  • El dióxido de nitrógeno (NO2) producido por los procesos de combustión (calefacción, generación de electricidad y motores de vehículos y barcos).
  • El dióxido de azufre (SO2) es un gas incoloro con un olor penetrante que se genera con la combustión de fósiles (carbón y petróleo) y la fundición de menas que contienen azufre.

Estos, y no otros, son los contaminantes del aire en nuestra ciudad, y si queremos respirar un aire puro y limpio, es por donde debemos actuar, luchando juntos por una ciudad mejor y más limpia.

Aun así, como fumadores somos conscientes de que nuestra conducta no es un buen ejemplo para los niños. No queremos que nuestros hijos crezcan como fumadores pasivos o sean potenciales fumadores y por ello proponemos cursos escolares de información durante toda la etapa de educación primaria y secundaria con los que transmitir los perjuicios que el tabaco produce en la salud. Estos cursos, ulteriormente, perseguirán el objetivo de crear generaciones conscientes de que fumar puede ser nocivo. Quizás, tratando el problema desde la raíz se puede crear una sociedad concienciada sobre los efectos dañinos del tabaco y que opte por unos hábitos de vida más saludables.

Respetamos no vincular a los niños con el tabaco, y, por lo tanto, no estamos a favor de fumar en zonas donde podamos perjudicar al colectivo infantil. El fumador no necesita encender su cigarrillo en el entorno de un parque o de un colegio, porque es peor el ejemplo que se da que el placer de disfrutar del tabaco. También entendemos que los alrededores de un hospital no es la zona más propicia para fumar, porque no queremos que el perjuicio del humo atente contra ninguna persona (aún menos a las que tienen una salud débil).

Si embargo, en aquellos lugares en los que no se atente contra la salud de los más débiles, el acto de fumar deberá poder elegirse de forma libre. A partir de los diez metros de distancia entre el fumador activo y el pasivo, los efectos son nulos. El único problema que tendrá el no-fumador será la contaminación de las ciudades provocada por el motor de los vehículos y las fábricas. No es tolerable ejercer una prohibición total, absoluta y radical de un hecho que sólo afectará al fumador.
Por otra parte, en este colectivo somos contrarios a la postura que la ley acordada en Micrópolis determina respecto a restaurantes, bares y discotecas, donde está prohibido fumar sin excepción alguna. Crear un espacio común para fumadores, apartado de la zona de no fumadores, donde el humo de nuestro tabaco sólo pueda ser inhalado por aquellos que voluntariamente acepten entrar en dicho espacio sería la mejor solución. Por supuesto, no vemos posible la entrada de menores a este recinto, ya que atentaría sobremanera contra sus derechos.

Creemos que la ley está perjudicando a un sector tan importante para nuestro país como el de la hostelería. La gente fumadora, que representa un abultado porcentaje de clientes, al no poder fumar en los establecimiento está menos tiempo en ellos o bien directamente no acude a los mismos, lo que va en perjuicio del consumo y, por ende, de la facturación del sector hostelero. En este sentido, si se creasen zonas exclusivas para fumadores en los locales con una superficie suficiente, los negocios relacionados con el ocio verían reforzada su cuenta de resultados al tiempo que incrementarían la contratación de personal.

Pese a estar ya en desacuerdo con la vigente ley, la gran mayoría de fumadores hemos acatado de forma correcta la normativa. Somos conscientes de que en los espacios públicos, el humo del tabaco resulta gravemente perjudicial para la salud de los que nos rodean y por este motivo aceptamos la normativa vigente. Sin embargo, consideramos el debate que se propone en Micrópolis para ahondar en la prohibición de ejercer un derecho fundamental y en la privación de libertades, carece de justicia precisamente por no tener sustento científico.


Es nuestro deber recordar que el daño que el humo del tabaco genera en la atmósfera de Micrópolis es ínfimo comparado con el de los gases contaminantes emitidos por los vehículos. Un cigarrillo medio de 80 mm produce, aproximadamente, 500 mg de humo, el cual contiene nicotina, monóxido de carbono y alquitranes. Por otro lado, los coches liberan anualmente a la atmósfera, a escala global, cerca de 300 millones de toneladas de gases tóxicos de combustión. Creemos, por tanto, que está más penado el hecho de emitir pequeñas cantidades de gases contaminantes que el de hacerlo a gran escala, algo claramente inaceptable. Los fumadores no entendemos por qué no hay sanciones para la gran mayoría de la población que utiliza vehículos y, sin embargo, las hay para el porcentaje de fumadores que habitamos en Micrópolis, siendo ambos grupos responsables de emisiones perjudiciales para nuestro entorno.

Resulta paradójico que, con este debate se pretenda prohibir que se fume en las terrazas de los bares y restaurantes cuando muchas de ellas se sitúan al borde de carreteras transitadas sin que esté penado. En estos establecimientos (como el de la imagen), los clientes reciben directamente todos los gases nocivos y contaminantes que expulsan los motores de los automóviles.  Estos gases provocan una contaminación mayor y más grave sobre la salud humana,  que el humo de un cigarrillo, pero este debate no se plantea. Por este motivo, pedimos que se permita consumir tabaco en las terrazas que estén al aire libre, o en su defecto, delimitar un espacio para fumadores y otro para no fumadores dentro de las mismas, pero siempre permitiendo al fumador la libertad de ejercer su derecho.

Asimismo, consideramos de vital importancia que los gobernantes de Micrópolis faciliten la creación de clubes de fumadores, bien eliminando burocracia administrativa o concediendo subvenciones públicas. En estos clubes, que deberían potenciarse por todos los barrios de la ciudad, se fomentaría una cultura de respeto. Es decir, en ellos se celebrarían debates con la finalidad de facilitar la convivencia entre ambos colectivos y, en su caso, erradicar todos los comportamientos perniciosos que sean consensuados por ambas partes.

Para finalizar, nos gustaría aclarar que aun así, nosotros los fumadores abogamos por una postura de entendimiento entre las distintas partes, respetando siempre el derecho de las personas a no tener que aspirar el humo que del acto de fumar generamos. Nuestra actitud es la del entendimiento, pero también pedimos una mayor comprensión y tolerancia por parte de los no fumadores. Nuestro último propósito es el de una feliz convivencia donde haya espacio para todos.

Anexos y fuentes de información

Fuentes de información


  • -        Ley 38/1992, de 28 de diciembre, de Impuestos Especiales
  • -        Instituto Nacional de Estadística
  • -        Estimaciones de la Población Actual de España
  • -        Encuesta Europea de Salud en España
  • -        Organización Mundial de la Salud
  • -        APHEIS 3
  • -        Greenfacts
  • -         Declaración Universal de Derechos Humanos 
  • -        Convenio de Roma de 4 de noviembre de 1950 para la protección de los Derechos Humanos y las Libertades Individuales.
  • -        Constitución Española




Notas:


Para calcular el precio real de los cigarrillos, la función a aplicar es la siguiente:

(donde “y” es el precio de venta de un cigarrillo y “x” es el precio
real del cigarrillo sin impuestos)